Querido Dios:
Hoy estoy deseando escribirte, porque estoy contenta. Al amanecer, he tenido que ir a hacerme unos análisis, que es algo que siempre me da pereza, y me he encontrado con una gente de la que a mí me gusta.
Estoy acostumbrada a que se impaciente la persona que recoge la orina, o a que reprenda a alguien porque no la lleva adecuadamente, o a que nos traten fría y lejanamente por culpa de las prisas o porque, digo yo, que deben de estar hasta el moño de la gente...
Pues hoy iba yo apurada, porque no cerraba bien el frasco que me dieron en la farmacia, y temía se me derramara y así lo he dicho, con cierto temor, a la enfermera que me lo ha recogido. Ella, con una sonrisa, me ha respondido que es una cosa naturarl, que para eso ella se pone guantes, y que ahora hecen los frascos estos de plástico con un cierre muy falso, pero que no me preocupara en absoluto.
Además, han cambiado todo el sistema, y entre botones, pantallas y nervios, una no sabe muy bien cómo defenderse en estos sitios en cuanto los mejoran un poco (o mas bien los lian...) Y eso que una es de la familia, y el mundo de los hospitales lo conoce de maravilla; pero, aun así, estaba yo insegura y temblona, pero una señorita encantadora me ha explicado lo fácil que era todo y cómo se hacía; y lo mismo ha hecho con todo el que, como yo, dudaba un poco.
Da gusto cuando una se encuentra con gente así.Y es que hoy era mi día, porque tenía que ir después a hacerme una densitometría, que seguro que ni tú, Señor, sabes decir la palabra; y perdida yo por ese monstruo de hospital, he preguntado dónde tenía que ir, y una señorita uniformada me ha acompañado hasta la misma puerta. Y era tan maja, tan normal, como si te encuentras a tu cuñada o a tu vecina espabilada y te lleva de la mano. Me ha gustado muchisimo este servicio nuevo que han inventado, que se llama informadores o algo así, pero que hacen que te sientas casi como en casa. Mira, el progreso tiene sus ventajas. Yo siempre decía que donde esté un hospital pequeño, que se quiten los grandes, aunque tengan más adelantos...; pero hoy estoy encantada de que lo estén humanizando, de que se creen servicios que los hagan más cercanos.
Bueno, que a un anciano que estaba junto a mí, cuando se remangaba lentamente las mangas para su análisis, una enfermera le ha dado un grito impaciente, diciéndole que "no tenia toda la mañana...". Menos mal que cada día quedan menos de esos profesionales que son cmo cactus y que deberían estar trabajando con máquinas, en vez de con personas.
Aprovecho, Padre, antes de irme a dormir, para poner en tu corazón a todos los que trabajamos con los que sufren, para que tú nos des un corazón misericordioso que sepa ponerse en lugar del otro y que sienta conél. No sólo te traigo a mi carta el mundo de la sanidad, sino tambien el de las prisiones, residencias de ancianos, disminuidos psíquicos, trabajadores sociales y ese largo etcétera que tú tambien bien conoces. Bueno, enséñanos a amar como Tú. ¿vale? Te quiero.
Esperanza
Despues de leer esta carta
¿como está tu corazón?
¿crees que está preparado para los demas?
pidamos al Señor que NOS ENSEÑE A AMAR COMO EL.
No hay comentarios:
Publicar un comentario