Josué fué un líder que recibió de Dios ordenes de lucha, que deben haber asombrado su entendimiento y puesto en reto su voluntad para aceptar lo que debió parecer absurdo a muchos que le observaban.
Todos hemos cantado, en alguna ocasion: "Josué libró la batalla de Jericó, y los muros se derrumbaron".
La ciudad de Jericó estaba sólidamente edificada, y los israelitas que habían caminado durante cuarenta años por el desierto, no tenían, ciertamente, ni las armas ni el poder para conquistar la ciudad. Pero Josué creyó en Dios cuando él prometió entregar a los enemigos de Israel en sus manos.
Dios dijo a Josué que cercase Jericó durante seis dias. Al séptimo tenían que hacer tocar las trompetas. "y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada unos derecho hacia adelante" (Josué 6:5)
Josué confió en Dios, pero me pregunto lo que habríamos pensado nosotros, si hubiésemos estado entre sus seguidores. ¿No hubiéramos murmurado y nos habríamos rebelado contra sus temerarias sugerencias? Me pregunto lo que pensarían los habitantes de Jericó cuando estaban sobre los muros fuertemente fortificados y observaban a los israelitas cómo marchaban alrededor de la ciudad, llevando con ellos el arca del pacto.
Antes, pensaba que la historioa de Josué y la batalla de Jericó era una mezcla de mito, exageración y una bonita fábula. Pero los arqueólogos que han estudiado las ruinas de la antigua Jericó en años recientes han encontrado una amplia evidencia de que los muros de la ciudad cayeron en el tiempo histórico que corresponde a la narración biblica. Los muros de Jericó se desplomaron.
El poder de Dios estaba obrando mientras que su pueblo mostraba su confianza al alabarle con trompetas y aclamaciones.
El ejemplo de Josué demuestra claramente que Dios gana nuestras victorias por medios sencillos y mediante principios que, aparentemente, son contradictorios, para nuestra sabiduría y estrategia humanas.
Se nos pide que confiemos en El, que le alabemos y que dejemos que Él actue. Esto es, esencialmente, la forma en que actuaba Jesucristo durante el tiempo de su ministerio en Israel.
Abiertamente, El admitía que de sí mismo nada podía hacer. Se sometía a la voluntad de su Padre en perfecta obediencia, en confianza, y en fe, a fin de que el poder de Dios pudiera alcanzar las necesidades del pueblo.
Veamos algunas oraciones de Jesús relacionadas con problemas difíciles.
Por ejemplo, el caso de los 5.000 que le habían seguido fuera de la ciudad para oírle predicar. Estaban hambrientos. Lo único de que disponía Jesús era la comida de un muchacho; cinco panes y dos pececillos.
¿Como oró Jesús? ¿Intercedió él con Dios para que realizase un milagro? "Mirando al cielo, dió gracias y partió los panes, dándolos a sus discípulos para que los repartieran entre la gente.
Repartió también los dos pescados entre todos.
Todos comieron y quedaron satisfechos; y después llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron del pan y de los pescados (Marcos 6:41-43)
Algunos de nosotros podemos pensar: "¡Pero se trata de Jesús, y El sabía lo que Dios podía hacer! ¡Esto no tiene validez para nosotros!"
Mas Jesús dijo a los que le seguían:"En verdad les digo, que el que cree en mí, hará también las cosas que yo hago, y cosas todavía más grandes, porque yo me voy a donde está el Padre. Y todo para que el Hijo muestre la gloria del Padre. yo haré cualquier cosa que vosotros pidais en mi nombre" (Juan14:12-14)
Jesús dijo que podemos hacer mayores cosas. ¿Significa esto que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, un plan para el mundo?
Yo así lo creo. Hay muchos ejemplos cuando el pueblo creyó lo que dijo Dios, le dió gracias y le alabó por una comida escasa, la cual fue aumentada por el Señor para alimentar a muchos más de lo que se había pensado.
Cuando Jesús tuvo que enfrentarse con la muerte de Lázaro llevaba ya enterrado cuatro días, Jes´su levantó los ojos y dijo: "Padre, gracias te doy por haberme oido" (Juan 11:41). Luego ordenó a Lázaro que saliese fuera y el hombre que estaba ya cuatro dias muerto, salió fuera.
La Biblia dice que Jesús vino al mundo para que pudiésemos alabar a Dios. Isaías el profeta predijo la venida de Jesús diciendo que él vendría para "...predicar buenas nuevas a los abatidoas, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la carcel; a proclamar el añod e la buena voluntad de Dios, y el día de la venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar de espiritu angustiado" (Isaías 61:1-3)
Querido amigo, fácilmente podrás reconocerte tu propia condicion en esa lista. ¿Estás quibrantado de corazón?¿Confinado por limitaciones físicas, enfermedades, limitaciones espirituales? ¿En cautivdad física o en primsión por su propia ceguera espiritual? ¿Estás de duelo? ¿Incapaz de regocijarte, de estar agradecido a Dios, de alabarle? ¿está tu espíritu pesadamente agobiado, o siente frustación?
Tal vez sea porque no has aceptado y comprendido plenamente las buenas nuevas que Jesús vino a traer.
La alabanza es la respuesta activa a lo que SABEMOS que Dios ha hecho y está haciendo en nuestras vidas en este mundo por medio de su Hijo Jesucristo y la persona del Espíritu Santo.
Si dudamos en nuestro interior de lo que Dios ha hecho y está haciendo, no podemos alabarle de todo corazón. La incertidumbre acerca de las buenas nuevas será siempre una barrera para alabarle. Si queremos estar dispuestos a alabar a Dios en todas las cosas, necesitamos estar seguros de que nuestro fundamento es sólido y sin grietas producidas por las dudas o la incertidumbre.
(El poder de la alabanza, Merlin R. Carothers)
Gracias Mariola por hacernos detener aquí. Realmente me hacés acordar a épocas mías donde sentí la experiencia de un Dios vencedor. Ello tuvo que ver justamente con haber estado en medio de lágrimas de dolor alabando al Señor. Me siento muy mal por estos días pero me has dado el aliento para tomar la Biblia y reencontrarme con ese mismo Dios que no ha dejado de amarme nunca.
ResponderEliminar¡Gloria a Dios!!
Un beso
Gracias por tu comentario. in lak´ech
ResponderEliminar¡Gloria a Dios!
Podemos mover montañas, y basta con la Palabra del SEÑOR. Estoy totalmente de acuerdo contigo, Mariola. En él se ha cumplido todo lo profetizado y al final lo que nadie entendió ni esperó: su Resurrección. Por lo tanto, lo normal es fiarnos del SEÑOR, porque ÉL ha cumplido SIEMPRE su Palabra.
ResponderEliminarSi todos creemos que el aborto será vencido, así será. Yo y el SEÑOR mayoría aplastante; lo podemos todo para el bien de todos. Cada creyente debe tomarse esto en serio. El SEÑOR nos lo ha prometido, y lo puede hacer.
Todo puede cambiar en cuanto seamos capaces de creérnoslo, sólo que no sabemos cómo, cuándo ni dónde lo hará el SEÑOR, porque ÉL sabe realmente lo que nos hace falta, como lo del soldado, como mi propia experiencia, pero estemos seguro que el SEÑOR sabe lo que necesitamos y eso nos dará. Así que la batalla final está ganada y nada debemos temer, pues el SEÑOR es nuestro Pastor y nada nos falta. ¡Como Josué fiÉmonos del SEÑOR!
Un abrazo en XTO.JESÚS.